sábado, 6 de octubre de 2007

Otro argentino nostálgico con el tomate.



Fui un gil
porque creí que allí inventé el honor.
Un gil
que alzó un tomate y lo creyó una flor.
E.S.Discepolo

Yo no se porque me preocupa tanto, más bien no entiendo por qué es un comentario tan necesario de recalcar. ¡¡Que caros están los tomates!! Es casi un tango. “Recuerdo aquellos día que mi vieja me hacía ensalada de lechuga y tomate, por dios, compadrito no me creerías con tu pinta de otario, como disfrutaba esa piel rubicunda, esa simetría de ejes, ese juguito refrescante. Ahora se fue, como lo hacen todas, me dejó pagando como un vegetal más. Hoy mis ensaladas no tienen sangre, mi vida carece de condimento y mi vieja arregla todo rayando una zanahoria” Lo peor de todo es que ya estoy olvidando algunas cosas, a decir verdad nunca simpaticé mucho por los tomates, pero, como todo en la vida, ahora que no los tengo, los anhelo profundamente.
Algunos de mis amigos, que no se definen entre grandes teóricos de las ciencias económicas y persecutas totales, me cuentan que es todo una gran complot, que es una campaña de los medios contra los miembros actuales del poder. Todos están metidos, y yo no lo veo tan irracional. La mega pasa una y otra vez el entrañable tema “jugo de tomate frío”, de repente telefé repite demasiadas veces el capítulo de Los Simpsons del Tomacco y, según algunas fuentes que prefirieron mantenerse en el anonimato (son las mismas fuentes de la revista Barcelona) está circulando una peligrosa banda de skin-heads orinando cebollas y cualquier otro tipo de vegetal que ose reemplazar a nuestro rojo amigo. Otros aseguran que la única razón por la que Independiente está en la punta es para instalar en la sociedad el fuerte color y no permitir que nos olvidemos de este genocidio de acompañamientos. Yo creo que todos tienen razón, en realidad la idea de escribir bajo el impune anonimato de un blog me lo exige. Debo desconfiar, denunciar, hacer perder a gente el tiempo y, lamentablemente, apegarme a cada una de las modas vigentes pero pronunciándome en contra, sin motivo alguno, y con aires de “sabelotodo”. Por eso mismo, y ya que la moda de fingir un título universitario está decayendo linealmente (que en realidad es una pena porque quería empezar a proclamarme como “Doctor en Estudios Sociales Aplicados con mención en Derechos Humanos, Relaciones Interétnicas y Estudios Culturales”) lloro esos pequeños tomates que nunca serán en mi, maldigo el triste destino que llevamos y me empiezo a perder, bajo mi sombra buscando en el Abasto un consuelo a mi vida en forma de verdura. Sin embargo, la vida del tanguero es así. La vieja ya no puede hacer tomates rellenos, aquella rubia mirella descree de las ensaladas y en el Abasto se puede comprar todo tipo de invisibles y ropa de marca pero ni un último tomate invaluable.

2 comentarios:

Maxi dijo...

Generalmente uno no aprecia lo suficiente lo que tiene hasta que lo pierde,a eso no te lo discuto, pero de ahi a llorar por un tomate...

No se si sera un complot, pero que una cosa lleva a la otra puede ser como lo de la cancion o el capitulo del tomaco, pero lo de independiente... (la gente que leyo esto y no te conocia por lo menos ahora sabe que sos de racing!)

Deja de aprovechandote del anonimato, te falta firmar como 87237 y listo =P

Anónimo dijo...

Muy buen comentario...
pero solo apuntas al Tomate......siendo a la papa, el zapallito....todooooooooooooooooooooo está x las estratófera!!!!



no dá seguir asi.....

y mas q irracional....es Injusto....




Soy...yani.....


Besotes...