viernes, 26 de septiembre de 2008

Como no ganar en el Gran Dt, donde no jugar la final de la Davis, y que tren no tomarse



Yo se que a nadie le importa lo que yo diga o deje de decir. Se que nadie esbozará un mínimo destello de felicidad ante mi poco triunfal regreso, pero creeré que si. Creeré que un lector perfecto descansa sus codos frente la pc leyendo totalmente abstraído las arbitrariedades que hoy presentaré. Y ante el idílico lector rindo mis loas, y por tal razón dejaré una serie de consejos negativos. Es decir, una serie de certezas que radican en lo que no debemos hacer, en cualquier ámbito, en cualquier caso.
En primer lugar, tal como lo afirma el título, les tengo una gran noticia: no hay que jugar al “gran dt”. Es un simple experimento sociológico para devastar el autoestima argentino. Los machistas se frustran ante el triunfo de las mujeres, los novios lloran las victorias de las cuentas de sus parejas, los fanáticos del fútbol se desgarran ante la victoria del amigo que no diferencia entre un jugador de gimnasia y una caja de Patys. Es lo más parecido al abismo, o por lo menos a un abismo personal. Todos pierden en el gran dt, o tal vez solo yo pero de cualquier forma es cruel.
Segundo tema a tratar: La final de la copa Davis. ¿Donde no jugar? La respuesta es obvia, continuando con las negaciones estoy seguro de afirmar que en Argentina no. Se ha creado un juego de intereses tan cochino que ya el teorema del gran diego no se aplica a la pelotita mínima. Se manchó por el gran interés político, por lo poco que importan los jugadores, el público, salir victorioso. Se manchó porque solo representa un negocio. A los que nos importa esto, el deporte, sabemos la importancia; porque es histórico estar tan cerca, es histórico tener a un número uno jugando una final (toque lo que se toque), es histórico que todo el mundo vea la final en castellano, es histórico tener dos singlistas de tal clase. Pero poco parece importar todo eso, solo importa la foto, si va a estar bueno Buenos Aires o si vamos a ganar la Kopa, si va a estar bueno Córdoba o si nos meten la mano boba de Scioli en las pelotitas (de tenis). Por todo esto, y por otras cosas que son de lo mas arbitrarias propongo como sede el estadio “Madrid Arena”. Es una superficie indoors, es rápida, Nalbandian jugó de maravilla ahí (pasando por arriba a Nadal) y ningún político me va a romper las pelotas (es obvio que ahora si me refiero a mis propios testículos). Me tildarán de anarquista, seguro, pero no me pregunten a mi yo solo sirvo para inacciones. Tolerar estas disputas políticas es infernal. Es lo más parecido al tártaro. O por lo menos a un tártaro personal. Todos perdemos con esta final o tal vez solo yo pero de cualquier forma es cruel.
Para culminar el podio vamos a tratar el tema de los trenes. Prometí, en un título sumamente amarillista, revelar que tren debe uno vetar de su vida personal y así lo voy a hacer. No deben tomarse el San Martín, y no lo digo solo porque me gustan decir cosas que se caen de maduro, poner cara de serio e imaginar por un segundo que soy Doctor House, lo digo porque la gente se vuelve peligrosa cuando el tren anda mal (que es todo los días). Vándalos juveniles intentan incendiarte, vándalos infantiles intentan vomitarte, vándalos suburbanos intentan hacerte escuchar latosa cumbia desde su celular, vándalas viejas intentan enfermarte con indignantes discursos que radican siempre en lo yagua que es su nuera y lo desgraciado que es su hijo. Viajar de esta manera es bárbaro. Es lo más parecido al infierno. O por lo menos a un infierno personal. Todos morimos en cada viaje o tal vez solo yo pero de cualquier forma es cruel.
Y aquí termina mi épico desahogo pretendiendo que mis numerosas intolerancias se vean reflejadas en las intolerancias tuyas. Oh, lector perfecto. ¿Qué sería de mi sin ti? ¿Cómo podría yo vivir si no te tengo a mi lado para que me creas que por el solo hecho de afirmar inacciones estoy haciendo algo? No hagas nada, siente culpa y aléjate de todo, querido lector. Podríamos crear una religión y tu adorarme. Al fin y al cabo, con muchas privaciones se evita a Belcebú


- ¡ Objeción ! - le grité -. Yo estoy enamorado, pero no de la Bruja. sino de María. - Todas las mujeres que lo rechazan a uno son La Bruja. - Usted llegó a sugerir que María es el diablo. - Todas las mujeres que lo rechazan a uno son el diablo.
Alejandro Dolina
“Crónicas del Ángel Gris”

domingo, 1 de junio de 2008

La Sangre en la Encía

“Supongo que debo ver a uno
pero ya he sufrido bastante en mi vida”
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Si le preguntan a una gran muestra de la población que profesión y/o carrera tiene más afinidad con el demonio, seguramente la respuesta más popular será despreciar sin rigor ni misericordia a los abogados. Blasfemias. Sin duda, existe una constante cuota satánica en los abogados pero no creo que radique una maldad imperiosa en ellos, más bien se trata de una codicia desmedida y una despreocupación sobre todas las normas y las personas. Nada que merezca inquisición. Existe, crédulos lectores, otra profesión, que a mi entender, goza de mayor herejía. Un trabajo lleno de sufrimiento, afiliado constantemente a Belcebú. Un estudio que predica la tortura y esconde tras apócrifas intenciones sanitarias el goce sobre el mal ajeno. Existe tras las tinieblas, un oscuro arte que se vale de sádicas herramientas miniatura. Una práctica repulsiva y odiosa. Existen, señores, y por mucho que nos pese: los dentistas.
Los dentistas son una raza aparte de gente demasiado diabólica para estos pagos. Realmente se me es imposible dar con la idea del momento de su concepción, es decir del exacto momento cuando niños, o más grandes, decidieron que iban a estudiar odontología. “Mami, de verdad quiero vestirme de un celeste marica, pasar mi vida metiéndole la mano en la inmunda boca de los demás y disfrutar el dolor que les provoco” ¿Por qué no astronauta o paleontólogo? Tal vez se vieron atraídos por las pequeñas herramientas, tal vez solo querían parecerse a Batman, no se. En verdad no encuentro explicación a esa decisión. Sin dudas los proctólogos deben tener una psicótica razón muy fácil de desentrañar, pero los dentistas me llenan de dudas. ¿Serán acaso torturadores frustrados? ¿Serán tipos sedientos de venganza hacia la humanidad, que predican el dolor como revancha? ¿Serán drogadictos fanáticos que encontraron una forma de experimentar con anestesias? ¿O serán humanos como los demás? Esto me hace preguntar: ¿acaso podría existir un dentista “buen tipo”?
Sin dudas son muchos los interrogantes que me despierta esta profesión. O más bien debería decir “su mundo”. Porque es ya la sala de espera de un consultorio odontológico es un mundo aparte. De alguna manera existe una impaciencia en el aire, una sensación incómoda que se puede respirar. Todo esta perfectamente colocado para causar vacilación y terror. La secretaria sonriente, que por dentro piensa “como te va a doler”, los asientos incómodos, los infantes desquiciados, las revistas “Gente” de la época en que Susana no era mórbidamente obesa (tal vez si lo era) y lo peor de todo, el rechinar de la puerta y la convocatoria final. “Perez, pase, siéntese, rece y no respire”.
Y una vez adentro, lo peor. El momento más terrible, ese pequeño tramo. Me refiero al camino, ínfimo, entre la puerta del consultorio hasta el sillón. El sillón, suele ser impecable, tecnológico y muy cómodo. Una vez, acomodado, pero sumamente tenso, uno empieza a mirar a su alrededor, y de repente el sillón es asaltado con miles de tentáculos. La lámpara, el bebedor lateral, los adminículos colgando de estantes aledaños. Y debería hablar de cada uno de esas pequeñas herramientas, pero ya temo por mi alma con solo mencionarlas. Simplemente quiero resaltar dos. En primer lugar, odio ese pequeño soplador de aire. Es increíble con tan poco te pueden hacer doler, un vientito en el lugar apropiado y ya es suficiente para insultar por dentro ( y a veces a viva vos) a todos los familiares del dentista. Y el tipo/a mirando con cara de desprecio, como si él/ella no tendrían boca. También suele haber una suerte de insolente burla hacia el temor, claro, es fácil para ellos que están del otro lado. Del otro lado sosteniendo su sádico torno. No debería ni nombrarlo pero el torno es insoportable. Voy a tratar de no seguir caracterizándolo ya que los que sufrieron el dolor de un torno, no necesiten que les regurgite la herida. Voy a hacer un alto, en este instante del relato: ALTO.
Creo que en este instante del texto pudieron adivinar que prefiero recibir un violento puntapié en los testículos a cargo del Tanque Pavone antes que tener que ir al dentista, pero les voy a confesar algo. La semana pasada, en un día gris y con una mañana recién estrenada, tuve que irremediablemente ir al consultorio de un dentista. Sin embargo, lo más penoso es que al salir del consultorio, cuando el turno ya había mermado, me paré en la calle, toqué mis anestesiada boca y finalmente lo comprendí: no me había dolido nada. Prontamente recordé a mi amigo difunto, a Encías Sangrantes Murphy. “Supongo que debo ver a uno pero ya he sufrido bastante en mi vida”. En cambio yo estaba afuera, sin dolor y sin la ideología de esa frase que gobernaba tiempo atrás este espacio.
¿Qué me estaba pasando? No había más dolor, ni quejas. Tenía que reconocer esa odiosa estabilidad. Y lo más humillante que realmente no me molestaba la posición. Acaso era este el final, ¿podría decirse que halla ocurrido?
¿Podrá haber pasado que mezcle sentimientos de mi vida personal con el personaje escritor de este blog y pueda convencerme de que exista una felicidad que ni los dentistas pueden romper? ¿Acaso será este el fin de esta serie de eventos insultantes hacia la literatura? ¿O todo seguirá igual y esto no es más que otro truco poco ingenioso? Tal vez me dolió y no lo supe apreciar. Pero, aún así. ¿Cómo se explica esta sonrisa enorme?

sábado, 19 de abril de 2008

Una cabeza humeante en un tiempo diferencial.

El tiempo es la sustancia de que estoy hecho.
El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río;
es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre;
es un fuego que me consume,
pero yo soy el fuego.
El 'mundo, desgraciadamente, es real;
yo, desgraciada­mente, soy Borges.
JLB



¿Qué me llevo a retomar las teclas? Permítame lector olvidado unos segundos en mi cabeza de reflexión.(Ta ra ra ra ra ra HEY, tara rara rara) Debo confesarle que el silencio que me invadió fue estrictamente un destello de mi gran capacidad hacia la vagancia, es verdad que algunos ocupaciones llenan mis horas pero realmente no escribía porque no tenía muchas ganas de pensar algo ingenioso, no quiere decir que logre escribir algo ingenioso solo digo que siempre tengo esa intención aunque nunca lo consiga. De alguna manera se puede pensar esto como una de las más poco dañinas vagancias, pero no es así, es quizá la peor y por suerte he podido salir cuasi completamente de esta posición. ¿A qué me refiero con esta grandísima introducción? A que deseo contraponerme, una vez más, a la ignorancia y a la inacción. Si usted me lo permite lector piadoso, quiero una vez más desenmarañar mi cabeza contra sus ojos y gritar mi verdad con este silencio de teclas y lectura silenciosa.
Quiero rescatar una molestia más. La molestia es acerca del humo, no se que tan fácil es encontrar la solución a este tema pero me gustaría jugar un tanto y quejarme otro tanto más. Estos días realmente sufrí la humareda, como muchos otros más y, si bien mi actitud osciló entre bromas y quejas, todavía no me pude poner a pensar bien en la gravedad del caso. No tuve tiempo (introduzca aquí su puteada preferida......................), de averiguar bien que es lo que realmente pasaba, de investigar o leer un poco sobre el tema. De consultarle a un especialista qué es lo mejor que se puede hacer, de preguntarme a mi mismo si debería iniciar algún tipo de protesta o de exigir a alguien algo sobre el tema, tal vez una explicación bastaría.... Pero releyendo lo que puse: ¿Cómo puede ser que no tuve tiempo? ¿Acaso no tengo 21 años y juventud acorde? Parece que no, parece que se había hecho más fácil aceptar la situación, maldecir en voz alta y toser en voz baja. De a poco me empiezo a dar cuenta de que realmente estoy usando una gran cantidad de mis horas en responsabilidades laborales o académicas, en sustentar la rutina y cosas de estructuras. Mi libro de Cortazar espera melancólico en la cama, casi castigado por tener mas de siete centenas en páginas. De a poco quiero concluir algo que todos ustedes ya sabían, disculpen por el atraso, a mucha gente le conviene que no tengamos tiempo para pensar. A muchos les viene bien que nuestras quejas mueran en un malestar, una queja y cuatro insultos. A muchos les fascina que empecemos a tener una actitud diaria algorítmica. Levantarse, quejarse por los precios, ir a trabajar, llenarse de humo los pulmones, putear por el humo, conseguir monedas, putear por las monedas, subirse al medio de transporte, putear por el día, llegar a casa, putear por la comida, prender la tele, poner a Tinelli y desconectar el cerebro, aunque si antes estaba conectado fue totalmente en vano. Notará, lector ágil, que no tuve tiempo para introducir en esa rutina ficticia temas tan secundarios como “sentarse a pensar” o “pasar tiempo con un ser querido”. Y así me imagino que es como pasan los días, un día uno tiene edad para ver BackYardigans, después tiene edad para ver “El muro infernal” y más tarde para ver “Showmatch”. Me imagino que la idea de aquellos que se regocijan de nuestra falta de tiempo, anhelan excitados que sumemos horas, días y años de nuestras vidas con esas cosas: con lo superfluo, con la escasez de tiempo, con las quejas tibias. Yo mismo me estoy preguntando cuanto tiempo por día le dedico simplemente a pensar, pero a pensar en un sentido profundo y exento de obligaciones. ¿Cuántas soluciones geniales se me han presentado en mi vida? ¿Cuántas veces tuve una buena idea para cambiar al mundo? ¿Qué tan parecido es este posteo al anterior? ¿ Qué tantas cosas distintas dije en toda mi vida? ¿Cuántas veces esgrimí como bandera la exaltación al trabajo? A veces esto último puede ser peligroso. Realmente y afortunadamente yo no tengo que trabajar para subsistir, de manera que prácticamente no lo hago. Y muchas veces me siento en falta por eso, o tantas otras idealizo el título universitario como un simple seguro de trabajo. Momento, es mucho más que eso. ¿Por qué será que la cultura occidental alienta al trabajo desmedido? Nunca pensaron que tal vez sea esta una manera de mantenernos en este estado de escaso pensamiento y mucha actividad. Me imagino que si lo habrán pensado, en algún momento excepcional, y si no es así recomiendo la lectura de “La metamorfosis” de Kafka, que puede incitar a ese pensamiento y al pensamiento en general.
Voy a intentar finalizar este texto, aunque por dentro se que nunca lo terminaré de escribir, porque lamentablemente no tengo mucho más tiempo para estar frente a la PC. Solamente me queda disculparme hacia aquellos pocos que leen mis desahogos, y pensar que tal vez este texto que empecé una tarde con humo en la cabeza y poco tiempo en mi humanidad haya servido para que, aunque sea por un espacio de tiempo pequeño, puedan hacerse tiempo para pensar. Pensar con seriedad, tal vez sea bueno que el humo no salga porque si.

jueves, 6 de marzo de 2008

Un tipo poco inspirado


Hoy las musas han pasado de mi, andarán de vacaciones
Serrat
No son, mujeres ausentes
A. Calamaro
Un día decís me las tomo, y no mostraste nada
No te va gustar.

Cuando empecé a fraguar las líneas que empapan este texto, no tenía ni la menor idea de que escribir. Intenté patéticos manotazos a la actualidad, como el retorno de las clases, o las tormentas actuales. Rápidamente recapacite y me declare en estado de emergencia inspiradora. Como suelo hacer en toda ocasión desesperante, trate de involucrar a los demás. Decidí estar falto de musas. Eso debía ser. Malditas musas, no acudieron a la cita. Es todo su culpa, su maldita culpa. Y en el momento de más autocomplacencia, me frené para pensar. Acaso alguna vez había estado inspirado. ¿Qué tipo de musas acuden al rescate de un tipo que habla de tomates, de arbitrariedades de los números, de San Valentín y de los renacuajos de la juventud? Deben ser unas musas devaluadas, o que me quieren poco. La duda, ya casi un enemigo cruel, me asaltó con mayor estridencia. ¿Alguna vez había sentido inspiración en mi vida, para algo? ¿Conocía a una persona de carne y hueso que sí lo haya estado? Y cuando digo esto me refiero a alguien cercano, es obvio que Borges, Piazzolla y Campi (cuando conquisto a Denis Dumas) fueron tipos inspirados.
Ahora me gustaría extender la peste a todos. ¿Alguno a experimentado un tipo de inspiración divina, o ha recibido el aplauso de su entorno por una idea genial? No quiero que se llene de comentarios del tipo “...una vez hice una chilena en un potrero que pegó en el palo...” o peor aun “...un día me saque una foto con el plomero de Mirtha Legrand” No requiere de un espectáculo en la importancia, ni de un cambio profundo. Menos me refiero a una idea estrictamente artística, no hace falta ser un tipo prodigio de la cultura. Yo me refiero a la inspiración, en cualquier situación. A un momento donde uno piensa que puede rendir un poco más de su potencial y revelar una idea en estado puro a favor de la utilidad y la belleza. Sentirse, que alguien lo ayuda y le dicta algo sublime. ¿Existirá alguien con tal dicha?
Lo que tal vez me llame más la atención es la decadencia de este anhelo. Cada vez más se busca lo contrario. Se prefieren las cosas que funcionen, se premia la velocidad y los resultados. ¿Cuántos tipos son necesarios para pensar la idea de un programa con mujeres semidesnudas que bailen, canten, patinen y practiquen sexo oral por un sueño? ¿En qué momento se volvió best seller un libro de un gran psicoanalista, pero solo como escritor, que olvida citar su bibliografía? ¿ Quienes son nuestros referentes de grandeza? ¿Hay alguno vivo? ¿Acaso existirán las musas? ¿O será un gran cuento griego?
Es sabido que es común en la cultura oriental el visto bueno a la movilidad, es digno trabajar y llenar los días de ocupaciones. Pero, con este ritmo tan frenético, ¿existirá un tiempo para pensar? Solamente pensar, ideas geniales, ideas. Sorprender a los demás con algo que los complete como personas.
Querido lector, no lo quiero preocupar pero, mientras usted lee estas leves conclusiones, mientras usted maximiza videologs con goles del búfalo Funes y escenas de zoofilia casera el tiempo de las ideas se va extinguiendo. Cortazar decía, con otras palabras más estéticas y esclarecedoras, que cada libro que escribía era un libro menos. Es decir, se acercaba más al libro perfecto, a la obra genial que contenía todo lo que él quería decir. Cuando uno llegaba a ese punto, moría sin llegar nunca a escribirla. Yo creo que él, por Cortazar, no necesitaron esa unidad en una obra porque su genialidad esta desparramada en cada una de sus obras. Pero todo esto me lleva a pensar, otra vez en voz alta, lo siguiente: ¿qué tanto nos habremos acercado nosotros a esa unidad de perfección al momento de partir?
Casi, como una tortura del destino, este texto se ha vuelto extenso y carente de todo tipo de inspiración. He volcado en líneas de más, mis grandes preocupaciones vitales, que usted ya conocía. He repetido conceptos que solo eran tolerables una sola vez. He intentado preocuparlo, sin éxito. He pecado como escritor del blog. Aun así no me arrepiento de mi comportamiento, son todas estos viles recursos los necesarios para que usted nos ayude a liberarnos. Para que usted recapacite, genio encubierto en mc-uniforme y comparta conmigo esa idea genial. Esa obra inequívoca, hija y esclava del pensamiento que nos haga a todos pensar distinto...

Pero si es mucha molestia, mejor no. Si acaso, se queman las papas fritas y hay que armar las cajitas felices no pierdas el tiempo con este tipo que un día se dio cuenta de su falta de inspiración... y de musas.

jueves, 14 de febrero de 2008

14 de febrero: Día de..... ¿La amistad?



Esto ya es demasiado. Hasta acá llegamos, cerremos los blogs, las librerías y empecemos alguna anárquica revolución destructiva. Matemos gente y abogados.
Hoy me desperté bastante conmocionado con la noticia, déjenme respirar y olvidar todos eso chistes obvios, como el de los abogados.....Ahora sí:
Podría a través de este espacio mostrar mi gran desprecio por el día de San Valentín, pregonar dictatoriales conclusiones que evoquen el desprecio por el capitalismo brutal y el consumo desmedido.
Podría iniciar una quema pública de ositos peluche, podría tatuarme un insulto en iraquí que involucre desde Bush, hasta Hillary Clinton, Barak Obama y el capitán América. Podría escuchar todo el día Silvio Rodríguez y convencerme (mientras escribo en mi pc, chateo en internet, tomo una coca, dejo prendido ESPN, regulo bien el aire y planeo ir a Mc Donalds ) de lo innecesario de la cultura de consumo norteamericana. Podría hacer todas esas cosas pero lamentablemente tengo que trabajar. Así que mi idea de este 14 de febrero, antes de empezar a laurar, era dejarlo pasar sin pensar y sin que me torture como casi (siempre está el “casi”, sepan disculpar a un tipo imperfecto con decepciones y excepciones) todos los otros catorces de febrero. Porque, sin enorgullecerme tanto, creo que la publicidad no me ha afectado para esta fecha particular, más bien toma otro significado para mi pero es demasiado personal y no creo que nadie le interese. De manera que así arrancaba mi día, como cualquier otro jueves. Otro jueves cobarde. Y en medio de toda esa asquerosa normalidad, una noticia me golpeó.
Parece que ahora también hoy es el día de la amistad. Si, leyó bien (lector inseguro y vacilante). Parece que a algún genio del marketing se le ocurrió que tenían que llegar a más personas, y como empezar a hacer parejas un mes antes era más complejo decidieron sumarle un par de personas más al target del día. ¿No les parece que han ido demasiado lejos? He enumerado muchos vicios que tengo, y tenemos, del capitalismos pero hasta cuando podemos tolerar. Se han metido con lo más desagradable de los asuntos, y peor aún parecen querer celebrar eso. ¿A qué me refiero? A la insoportable inmundicia de ese costado de la palabra amistad, que ante todo es real pero no es nada digno de celebrar. En un momento voy a exponer mis ideas más claramente pero déjenme unos segundos más. Tal vez puede resultar simpático la ampliación del día por los más chicos, aquellos que no tienen edad para creerse enamorados o enamoradores. Pero cuando lo pienso mejor, sigue siendo horrible. Lucrar de tal manera con los menores, teniendo ya tantas fechas. Otra cosa, existe también el día del amigo. ¿Que tan distinto parece ser el día del amigo con el día de la amistad?. Ahora les voy a contar mi pensamiento.
Ahora si voy a revelar lo que para mi es ese costado maldito de la palabra amistad. Es el recoveco del rechazo. Es la amistad límite, es decir la amistad como última relación posible. “Quedemos como amigos” Cuántas veces se ha escuchado esto y que desagradable sentimiento genera. Y seamos sinceros, esto no le pasa solo a Rafa y su maquinita Chu-chu. Gran porcentaje de los lectores, alguna vez le ha pasado, y quiero sumarme con varias fichas a ese grupo. Los amigos como límite no tienen grandes chances de triunfar, siempre existen recelos y posiciones de poder distintas. No digo que nunca funcionado, sin embargo quiero decir que casi siempre es un descenso.
Aun así esta rara definición social, tanto como: Los militares, Susana Gimenez, La revista Gente, Arsenal, los representantes de jugadores y el diario Clarín son males necesarios. Pero tampoco lo festejemos. Un extremista fanático de Chacho Alvarez me dijo que ayer se celebró el día de los solteros, es una locura. Si hay ganas de gastar y festejar, tampoco inventemos cosas y dediquémonos a festejar. ¿Cuál es la necesidad que tenemos que siempre esperar que nos lleguen directivas para vivir? ¿Por qué regalarle una rosa a tu esposa hoy y no mañana o los 15 de septiembre? ¿Por qué se me ocurrió, justo ahora que la cajera lo menciona, agrandar mi combo? Y lo más importante de todo. ¿Cómo se van a sentir los eternos perdedores y fracasados del romanticismo que esperaban este día para amargarse y sentir profundos sentimientos de catástrofe y desazón? Les están quitando ese rechazo que necesitan. Si me apuran, es casi un intento de destruir a esa gente y al Tango.
Es feo cuando te sacan algunos bienes preciados, pero supongo que es peor cuando te quitan el derecho de sufrir. Tal vez, es una rara conspiración de ellos. Los que quitan sueños para venderlos. Quizá ese sea su intento, una sociedad leve donde el amor no sea tan profundo, donde el desamor se sacie en los shoppings, donde se pueda resumir los sentimientos a fechas, y los gestos amorosos a trámites burocráticos. Tal vez están en su edad dorada, cuando los chicos se diviertan más comprando pantalones que jugando con una sola pelota común, en la que los opositores relatan cómodos en computadoras extranjeras.
Debe ser su época, ya que hoy catorce de febrero, día de la amistad, San Valentín, o Valentín Alsina (es lo mismo para el caso) yo estoy apurado en terminar estas líneas, y así poder correr hacia el trabajo, refrescarme con una bebida de Cola, pensar poco y esperar el cheque a fin de mes. Será eso... O tal vez yo no era tan listo como pensaba y finalmente me afectó el día.

Tal vez sea yo un Rafa más.

jueves, 31 de enero de 2008

¿Quién va a hacer los asados en 2028?


Amo al matón, mataría al maricon...
Molotov







Luego de unas prolongadas vacaciones volvemos al ruedo. Y nunca fue más acertada esta frase porque hablaremos de pantalones. Si, de pantalones. Podría también hablar de mis vacaciones, y de que tanta mayonesa le puse al choclo en la playa, pero encontré un tema más estúpido y preocupante.
Ayer, por esas casualidades de la vida y la esclavitud de mercados mi presencia física se topó con uno de esos conocidísimos Shopping céntricos. Ahí donde antes los guapos reinaban tras las verduras y frutas, ahora algo muy inverosímil ocurre. Tal vez sea mi culpa, que cada vez que voy al Abasto me obligo a pensar que el alma de los guapos sigue viva. El problema a tratar es que lejos de encontrar guapos me encontré con guachos. Cientos de pre adolescentes congregándose en grupos hacia negocios de ropa. Así como la deje la oración no debería ser nada preocupante; sin embargo, y a propósito, deje pasar un dato: la mayoría eran hombres, bah, eran nenes. Aún así, el genero masculino lo mantenían muy difícilmente. Me encontré con un pelirrojo de menos de 15 años, con un pantalón CHUPÍN (que palabra pelotuda) rojo- combinando con el acné juvenil-, unas zapatillas blancas y una remera escote en “v”. Y me olvidaba de la bincha. En primer lugar, las remeras escote en v son para las mujeres por razones obvias que el nombre indica. Después, los pantalones chupines también son para las mujeres, no me vengan con que Mick Jagger. No. Las pelotas. Jagger siempre quería corromper y no ser una estela triste de lo que hace la mayoría. Algo que se llama chupín no puede ser usado por nenes. Lo peor de todo es que pude divisar un extremo interés por la ropa, tal vez más aun que el que tenían las chicas acompañantes. A esas edad tienen que estar, en primer lugar, masacrándose unos a otro en potreros peligrosos llenos de convictos y drogadictos. Con joggings con parches manchados de sangre y tierra. Deben usar casacas de fulbo truchas. Deben querer imitar a Messi, Agüero o a panchito Maciel, y no a Mariana Nannis y a... Y me detuve ahí porque creo que todo esto es culpa de dos tipos: Gago y el delicado protagonista de High School (tal vez Beckham tenga algo de culpa también). Gago instauró una delicadeza extrema a un deporte de hombres (recuerden que lo solían apodar “Pintita”) y el flaquito ese de High School les inculcó a los pibes de ahora que es mejor bailar y cantar que hacer deportes. Cada vez hay más cremas que usan flacos, cada vez existen más nenes que prefieren Mc Donalds a un buen asado, o peor aún, una ensalada HiperChotaDiet a un bifardo jugoso.
Seguramente del otro lado del monitor debe existir una mujer indignada y apunto de realizar un comentario rabioso que proclame el machismo troglodita de este posteo. Pero antes de hacerlo, piensa un segundo amiga ¿ Acaso esa empobrecida imagen metrosexual es lo que vos buscas en un chico? Acaso no disfrutas el hecho de pensar tener un novio que no entienda nada de moda, que se vista como el reverendo orto para que vos tengas que obligarlo a ir a comprar ropa y decidir todo vos. Vamos ese el pasaje casi edipista, antes la madre le compraba esa ropa de mierda infantil, ahora es tu turno. Y así debe ser, mierda, nunca debe ser él, quien sepa más de los colores de la colección primavera-verano. Tal vez me excedí con la cita de Molotov. No tengo nada en contra de los homosexuales, de hecho con su elección de vida se quitan del mercado y lejos de fastidiar ayudan, pero si contra esta nueva ola, que muy en el fondo les gustan las mujeres (es este caso, las nenas) pero que no supieron resistir a la posmodernidad.
Voy a terminar este texto antes de que sea demasiado tarde, y mute trágicamente en el Coco Silly. Y me retiro con la duda inicial, si esta tendencia Ivandepinedista continúa; si las prendas masculinas (una manera de decir) continúan su glamour de colores blancos, si los argentinos vendidos al Real Madrid siguen llevando largas cabelleras, si todo esto sigue así:

¿Quién hará los asados en veinte años?